Islandia es el país donde se rompió la ortodoxia, la nación que espantó al
sistema establecido al negarse a responder por los errores de sus
bancos.
Pero ahora es la envidia de los países europeos. Para ellos es
el retorno a la recesión; para Islandia, un nuevo año de crecimiento y caída
del paro.
En 2012 triplicaron su PIB, y la tendencia sigue siendo ascendente al margen de la recesión en el resto de Europa. Véase esta noticia de hace un par de años.
A nadie se le escapa que es un país con sólo 320.000 habitantes,
y la escala de complejidad de las cosas se aminora enormemente cuando
todo un país es tan pequeño... Del mismo modo la cultura nórdica en cuanto a corresponsabilidad y defensa del estado del bienestar no tiene nada que ver con la mediterránea, por ejemplo. Y es lo que deberíamos empezar a cambiar si queremos que nuestros hijos vivan en un estado mejor.
En 2008 se dijo que Islandia sería un paria para la
comunidad inversora, que los fondos internacionales se retirarían, que
su forma heterodoxa de afrontar el estallido de su sistema financiero
provocaría un incendio a largo plazo que terminaría por arrasar su idea
del estado de bienestar. En ese fatídico octubre de 2008 Lehman Brothers
saltó por los aires y los bancos de Islandia quebraron en pleno. Era la
constatación de que el mundo occidental entraba de lleno en la Gran Recesión y el pequeño país del extremo noroeste de Europa cayó en una profunda crisis.
Pocos pudieron ahorrarse los adjetivos al describir la situación:
"Cuando visité Reikiavik en octubre de 2008 para ofrecer la asistencia
del FMI,
la situación del país era crítica. Los tres principales bancos de
Islandia que representaban casi la totalidad del sistema
financiero— acababan de desplomarse con una semana de
diferencia. La sensación de temor y el estado de shock eran evidentes; pocos países, o ninguno, había experimentado jamás un colapso económico tan catastrófico como ese", recordaba Poul M. Thomsen, subdirector del departamento europeo del Fondo Monetario Internacional.
Todo el continente se estremeció. Ellos fueron los primeros; luego el
azote se extendió. Pero las respuestas no fueron las mismas. Islandia
optó por no cargar a los ciudadanos con los errores de sus bancos.
Europa, mientras, se embarcó en severas medidas de austeridad para
sostener a su sistema financiero.
El análisis puede resultar simplista, pero los resultados están ahí. El FMI acaba de publicar su última revisión
sobre el estado de Islandia y las previsiones dicen que este año su
economía crecerá un 2,4%, con un consumo privado tirando al 3% y
compensando la caída de la inversión pública fruto de las medidas de
austeridad. Y es que, sí, la temida consolidación fiscal ha llegado a
todas partes, pero en Islandia lo hizo "a su manera", en palabras del
FMI. Proteger el estado del bienestar se puso por encima de todo.
En territorios más templados, el corazón de Europa se prepara para un
2012 mucho más duro que el islandés. La austeridad aplicada en el
continente se ha parecido poco a la islandesa y ha frenado en seco el
crecimiento. Ahora, el FMI pronostica una caída del 0,5% para el PIB de la zona euro.
Alemania y Francia crecerán a unos anémicos 0,3% y 0,2%, mientras que
Italia se contraerá un 2,2% y España lo hará a una tasa del 1,7%, según
las estimaciones realizadas por el Fondo Monetario Internacional en
enero.
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